31 de julio de 2019

Existo

He sido un casanova desde muy temprano. Allá por los años de tercer grado de la primaria le pedí a mi mamá que comprara una vincha para una compañera mía. Ella recibió el regalo en clase de computación creo. Un par de años más tarde me desvivía por otra compañera pero a una tercera le declaré lo que sentía. Viajando un fin de semana con un grupo de amigos de mis padres conocí a la hija de uno de ellos, ella gustaba de mí y me pidió que fuéramos amigovios, le dije que no. La vi de grande y me volvía loco lo hermosa que la veía ahora pero a ella no le interesaba, ni me registraba. Me enamoré por chat, la vi una vez a esa chica, tardé mucho pero le besé, después me enteré que le interesaba más el amigo que nos presentó. Me puse de novio con una chica que me hablaba de que no habría presiones la dejé un par de meses después, un catorce de febrero. Debuté con una chica que me hablaba insistentemente, no mantuve el contacto porque no me había gustado tanto. Chateé con otra chica que se interesaba en mis textos, le besé y nos pusimos de novixs. Se fue un mes y volvió ¿Distante? Más tarde me pidió que habláramos. No lo toleré más, fui inmediatamente hasta su puerta (allá por el parque centenario). Que ella había salido, decía por el portero su hermana, que la espero decía yo. Ella salió del interior y hablamos, pronto le estaba gritando, terminé ahí la relación que sabía que terminaría. No le dejé que habláramos. Mi siguiente noviazgo lo resumiré como una maravilla de crisis nerviosas, las mías por supuesto. Ella se la pasaba mal y a mí me mataba la culpa y no importaba lo que tratara de decirle para animarla, ella estaba siempre mal. En el medio de casa de sus padres, una medianoche discutíamos y yo gritaba, creo que aullaba ¿Qué pasaba por mi cabeza? No creo que importe, la estaba dejando pero hizo falta que lo dijera ella. Una noche por las calles no sé por qué me detuve con un grupo de gente que no entendía que hacían en una esquina tan apartada, no sé cómo me detuve entre ellos ni cómo sostuve dialogo con una chica en ese grupo. Cuando la reunión se trasladó a un bar, yo les seguí. Ella fue más tarde al baño y sí, yo la seguí. Ella no quería, a mí me parecía que se divertía, no sé cuánto ocurrió esa vez. La historia sigue por las redes sociales porque la contacté y por algún motivo me pareció simpático enviarle un video porno que me recordó a ella, me desentendí de su desagrado. Así y todo tuve una oportunidad más de estar de novio, con otra chica por supuesto. Nos peleamos, sí, después de que yo gritara una mañana en su casa y me fuera hecho una fiera, ella vivía sola y me siguió queriendo detenerme. Pero me volví a juntar con ella y aproveché una maravillosa oportunidad de mudarme para sorprenderla con la idea de que ya estaba todo listo para que fuéramos juntos, no sé si tuvo tiempo a decidirlo ¿Hubieron gritos en "nuestra" casa? Sí, parece que el dpto estaba bastante insonorizado porque nadie se enteró. Pero la relación se terminó cuando volvíamos de lejos en auto por la noche y yo le grité, grité todo el viaje y ella estaba aterrada. Cuando llegamos al barrio me dijo que se iba. Usé los insultos que no uso nunca esa noche, se los dirigí, me dio tres cachetadas y solamente con la tercera dejé de hablar. Llevé las cosas adentro del dpto y me fui. Volví a habitar ese dpto la semana siguiente, cuando ella se había terminado de ir.

Mis maneras han ido cambiando ¿Mis motivaciones? no creo ¿Mis gritos? seguramente siguen agazapados ahí.
Moraleja: aléjense.

Para reafirmar la moraleja les transcribo una respuesta que recibí de una chica a quien quise invitar a conocernos:
hubo un mal entendido, te confundi con otro jere
escuche un par de cosas respecto a ti y la verdad te voy a pedir que no me vuelvas a hablar
esto te va a pasar siempre, por consecuencia a tus acciones. deja de buscar victimas de tu violencia. ni me gasto en escracharte virtualmente, pero por lo bajo se habla y las pibas sabemos quien es quien y que hizo que. te dejamos en soledad, acompañado de tu mano y con tu carga de consciencia que seguro debe pesar mas que tus bolas llenas de leche.
 

30 de julio de 2019

No existo

Construimos burbujas de fantasía. Al menos yo lo hago. La burbuja recubre esta existencia ilusoria que es la empiria de mi vida. Mi vida son estos estímulos, mi vida son estas vueltas por toboganes gigantes en mi cabeza. Son tubos cerrados de plástico grueso y estoy agradecido de que no tengan esos remaches metálicos que te golpeaban con patadas eléctricas. El grueso plástico no tiene la capacidad de traslucir como traslucían los toboganes de los peloteros, los extraño. No extraño los remaches esos, no. Los tubos son oscuros y vertiginosos, los de mi mente. Por ellos se conectan las experiencias, los estímulos, las sorpresas, los deseos. De chico era tan fácil envolverse en fantasía. Al mundo lo descubro de a poco pero el mundo de fantasía es completo desde el principio, es un mundo simple y satisfactorio en todo momento. Ya estoy grande y el mundo real es un poco más conocido pero es tanto lo que hay por conocer y tanto lo que estoy observando ya en él (una mísera fracción sobre un total perdido en el infinito). Nunca acepté despojarme del mundo de fantasía pero cada vez es más difícil cuidar que no se infecte con los miedos y resentimientos del mundo real. Ya no es un refugio. Aún es el único espacio en que ejerzo algún poder. Aún es un espacio por el que siento un amor sin límite. Hoy ese amor se siente infiltrado de añoranza y pena, no restringe la extensión de ese amor pero se extiende con él. Más amo, más añoranza y más pena. Se funden. Y esta experiencia de vida es solo mía pero al mismo tiempo no es. Nuestra realidad, nuestra existencia son nuestros actos y su repercusión. Nuestra realidad y nuestra experiencia son los estímulos y los eventos a nuestro alrededor que nos insuflan vida. Mis estímulos son insipientes, mis actos son intrascendentes. La fantasía languidece. Me he negado a dejarla esfumarse en el aire, la he querido proteger y preservar pero mis fuerzas para hacerlo son cada vez menores. A veces, algunos espasmos de euforia me hacen creer que dispongo de todo para salvar ese mundo y devolverle el esplendor que supo tener. En el mundo real no hay esas herramientas, mi cuerpo hoy es otro y no conoce las formas de las herramientas presentes.

Y lo voy a dejar ahí porque tengo que atender gente en el negocio

27 de julio de 2019

Arde

Arde
La lluvia de abril
nunca llegó
La helada de marzo
puso énfasis
al ardor
Junio pasó inadvertido
largo y vacío
soportando los besos de las llamas
Y todavía arde

Llegué a creer
lo que arde es la pasión
pero ese es otro calor
un abrazo firme
un estallido de salida en cada paso
No entendía
que no fuera
¿Si no, qué será?

Arde
Como si el fuego desgarrara
pero con sus patas traseras
como si el fuego cavara con sus patas
y en mi carne se arraigue
Una grande es la excepción
que no hay fuego
y todavía arde

Corrosivo
Persistente
Arde
Se hincha
Se reseca
Arde

Será alguna exigencia de más
Alguna caída impercibida
Algún encuentro con la firme
seca y persistente tierra
Alguna ocasión
que tragara inadvertido
un puñado de polvo
alzado por la fricción
partículas que se desprenden
como de mi carne

Tal vez me habite una intrusión
anidando en mi fértil carne
Tal vez ya no haya distinción
entre el intruso y yo
O acaso el aire viciado
me habla distinto
espera una respuesta
que ya no sé dar
Al frío del invierno no lo entiendo
esta calentura no se amilana
¿cómo sacarme la carne que arde?

10 de julio de 2019

Me hablo a mí mismo

Nada nuevo bajo el sol
Las nubes son las mismas
Las gotas que ruedan
Las ruedas que rugen

El aire zumba de información
Encriptados, paquetes de datos
Saltos magnéticos de antena en antena
Y tu blog reposa en silencio

Nada nuevo bajo las nubes
El aire zumba de información
Mi cabeza rezuma habladurías
Vos no te parás ni un segundo en el ventanal

Mate, mi compañerx, mate
Mate las ganas y el placer
Mate que me asquea
Mate para mí y otra vez vengo yo
¿es que no estás tomando vos?

Son estallidos de entusiasmo
Son exabruptos
Encontré mi voz pero no era una voz
Solamente una nota para una sílaba
Las palabras aún en vilo

Te espero
Estúpidamente te espero
Demoro mis pensamientos con más pensamientos
Te extraño aunque no haya nada que extrañar
Todavía nada hay nuevo bajo el sol

1 de julio de 2019

Mea culpa

Mi espalda cede por un momento pero siento la curva peligrosa que describe mi columna y la endereso pronto. Los escombros de los edificios yacen por todos lados y yo respiro lentamente. Algunas alimañas, perdón, criaturas se remueven entre los despojos y levantan polvo. El frío viento trae la mugre a mi nariz y amenaza con llenar mis pulmones de estas secas partículas. Siento que el frío cala mis huesos. Siento cómo la saliva espesa rezuma por debajo de mi lengua. Vuelvo a enderezar la espalda, reclino la cabeza para que repose sobre mi columna aunque pronto pierdo esa postura. Mi estómago se tensa de nuevo o quizás son músculos a su alrededor que tratan de prevenir que ruja de nuevo, que se coma a sí mismo. Unas lágrimas asoman de mis párpados, solamente estarán hasta que olvide que tengo hambre, la última vez tardé dos horas, quizás esta vez lo olvide antes. Se cumple una semana desde que se acabó el mundo. Oigo un gruñido y siento los escombros desprenderse y rodar. Un escalofrío hace cosquilla debajo de mi nuca, una electricidad recorre la piel de mis brazos. Siento el gruñido a centímetros de mi oreja, solo se interrumpe para aspirar mi olor. Mi ceño se ciñe aún más, siento los músculos de mi cara tan duros que solamente temo que se me partan o queden así petrificados. Aprieto mis dientes con una peligrosa fuerza pero no me preocupa tanto perder la dentadura ya. Mi torso arde e incandece y mis brazos lanzan chispas a la atmósfera. El animal a mis espaldas gime y huye. Una semana nada más desde aquel berrinche. Creo que no puedo ofrecer mejor justicia al mundo que mi muerte por inanición.

14 de mayo de 2019

Una promesa

Llega a la plaza y se detiene tras un árbol. Ella ya está aquí y él aprovecha un momento para observarla. Ve cómo repiquetea el suelo con los pies nerviosos. Es temprano y ambos han llegado antes de la hora acordada. Se acerca mirando alrededor de forma casual. Ella le saluda rebosante de alegría porque realmente estaba esperando encontrarle. Le rasca la nuca y él se recuesta a sus pies. El sol calienta la plaza tan agradablemente que podrían dormirse con el arrullo del sol.

8 de mayo de 2019

Zombie

La imagen de la dejadez es recurrente. La vida es una lucha por ser, por existir o por encontrar evidencia de que somos parte del mundo que nos rodea. Algunos abandonan esa lucha. Acaso encuentran lo abrumador que es el mundo. Algunos se abandonan al mundo, son arrastrados, son llevados. Los destinos son tan diversos que uno puede temerse los peores destinos para estas personas, los hay peores que la muerte. Por mucho que temamos en nuestra observación, es innegable que otros se dejan arrastrar por la corriente de eventos y encuentran buenos puertos, lugares que les contienen, amor. Acostumbramos pensar en estos términos, somos protagonistas de esta historia, actores de nuestras acciones, objeto de las acciones de los demás y de todo lo que sucede. Es raro sentirse abandonado por uno mismo. Quizás la recurrencia de palabras confunda. No hablo de lo que se diría al hablar de dejadez. Cuando uno observa a otro "dejarse", lo piensa a él dueño de esa acción, actor de su abandono. Digo que es raro abandonarse y quedarse abandonado, dejarse y quedarse dejado. Mi yo actor y dueño de sus actos no está aquí, aquí está mi yo objeto de su propio abandono. Aquí tratando de dar sentido a un mundo abundante y hermoso pero cruel y frío. El sentido nunca va a llegar. Hace tiempo se sabe que no hay un sentido propio al mundo sino que el sentido es algo que elaboramos nosotros y por él nos guiamos. Hoy ningún modelo de sentido me sirve de guía. Soy capaz de elaborarlos con hermosas florituras pero no hay un lugar en que quepa mi ser dentro de esos sentidos. Amo hasta que entiendo que no hay vínculo con el objeto de mi amor, recuerden, soy objeto yo también. Odio hasta que entiendo que no hay vínculo con el objeto de mi odio, recuerden, soy objeto yo también. Deseo un mejor mañana hasta que entiendo que yo no soy parte de ese mañana, no soy sujeto, no tengo la potestad de apropiar nada. Lloraría pero luego entiendo que no soy quien para llorar, entonces me interrumpo, atajo la lágrima y relajo la garganta. Apurar el fin de esta historia sería maravilloso pero no me pertenece.
Es que me abandoné, no estoy aquí. Una broma habla de que, llegado el apocalipsis zombie de nuestras fantasías, no estaríamos luchando por la supervivencia como fantaseamos sino que estaríamos arrastrándonos para comernos a nuestros seres queridos.
Sospecho, porque no estoy aquí presente para comprobarlo, que en algún momento me cansé de mí. Habré visto algo impropio en este ser material y he soltado esta vida. Aquí estoy ahora siendo brazos y vísceras, un embrollo de pensamientos y sentimientos caóticos. Allí en algún otro lugar estoy yo, o quien debí haber sido, allí estoy con toda mi grandeza y la maravilla hermosa del ser que debí ser. Qué bien que se haya ido, aquí seguramente se hubiera entristecido o enfurecido, todas esas cosas que casi siento yo hasta que entiendo que no soy. Lamento que ustedes se perdieran tan maravilloso ser, lo hubieran amado o lo hubieran odiado, hubieran sabido que hacer con él.

25 de abril de 2019

...

Llevo esta máscara
Un montón de palabras
El escalofrío de una caricia
Y otra vez la ratonera
Oscuro resguardo
Oscuridad confusión negación
Negación de la negación de la negación
Una espiral al fondo
Y entonces qué hacer
Ponerle una máscara
Usar un montón de palabras

6 de abril de 2019

Practico decir boludeces. El ave del paraíso.

La cima de la montaña, una aparente forma puntiaguda desde la distancia, se abre al cielo por encima de las nubes. Un vientre volcánico borbotea y una roca de forma ovalada flota en el centro del mar incandescente.
Cada un cierto tiempo, el nivel del magma se eleva y trepa por las grietas de la roca que duerme en su centro. El aire viciado hace difícil que los colores se presenten con fidelidad pero puede verse que la piedra es profundamente negra.
La masa ardiente quiebra por fin la piedra cuyas piezas solo flotan un momento antes de fundirse entre sí y revelar en su interior un cuerpo. El cuerpo se remueve y alza una cabeza redonda con una protuberancia aguda que busca el cielo.
El pico se abre y emite una única nota que atraviesa el mundo entero. Sin fluctuar esa nota, el ave extiende sus alas en toda su plenitud. Silencio. El ave se yergue sobre el mar de rocas fundidas, las alas baten el aire y la brea que las recubre se escurre revelando un hermoso plumaje de un color imposible de explicar.
La cabeza vibra casi imperceptiblemente y se desprende así de la misma brea que le tapa la vista. El cuello se extiende largo. Las finas patas ensayan un salto. Los ojos buscan en la boca del cráter volcánico, en el disco celeste. Buscan algo familiar, algo conocido. La criatura está aturdida, acalambrada, sola. Las alas baten con una desproporcionada fuerza y el ave se extrae del volcán y posa torpemente en los bordes del cráter.
Debajo de sí, solo pueden verse gordas nubes blancas que ocultan el cuerpo de la montaña. Tres plumas largas de un tono más opaco se paran en la cabeza del ave y, aún dentro del cráter, una cola más larga que el resto del cuerpo escurre el resto de la brea que la baña.
Las proporciones de su cuerpo dan la idea de que no es más que un pichón. Verla sería tan doloroso para cualquier persona como ver directo al sol aunque no es verdad que emane luz por sí misma. El ave ve al astro sin dificultad, incluso calibrando en él su vista. Las alas baten y el cuerpo se alza en el aire. Vuela con suma gracia, parece movida solo por su voluntad, el esfuerzo de sus alas es mínimo.
Es un pichón del tamaño de la boca de un volcán y aún tiene mucho para crecer. Planea recorriendo inmensas distancias, gira alrededor de la tierra por los niveles más externos de la estratósfera. Juega, juega como los peces que saltan sobre la superficie del mar, juega saliendo de la atmósfera y volviendo a sumergirse en ella. Observará por un tiempo la vida en la tierra y, si se aburre, se marchará un tiempo surcando los mares de ondas cósmicas.

6 de marzo de 2019

Extrañez

Del otro lado estás
Veo tus lágrimas
Te llamo pero son ideas mías
No escuchás
Mi voz no tiene lugar en tu mundo
No sé quién sos
Pero llorás

Yo estoy vacío
Yo estoy mal dormido
Yo estoy desfasado
Pero vos llorás

Tu cara se contrae
Será el sol dirán
Será el mal carácter
Un mal día
Seguramente un mal día
Pero la sangre
Se agolpa bajo tus ojos
Tu labio no se contrae de asco
Tu nariz no se abre de bronca

Y yo te veo
Alguien más te ve
Seguro
¿Y qué va a hacer?
¿Qué puedo hacer?
¿Una palabra? ¿Cuál palabra?
No
Ese llanto es tuyo

Pero me harían bien esas lágrimas
Para barrer el polvo de este alma
Con gusto escurriría tus ojos de penas
Así no sabiendo quién sos
Si a cambio solamente por un instante
Me mirás con esas pupilas
Me mostrás que estoy acá

Que no inventé a alguien que llora afuera
En un día radiante

4 de marzo de 2019

Bucle

Momentos vacuos
Instantes eternos
Silencio
El pasado se aleja más pronto
que los segundos que pasan
Los segundos que llegan
alejan aún más al futuro

Ahora
Un agujero negro
El útero de la Nada
La Nada que se expande
Familia y amigos son borrados de la existencia
El horizonte está cada vez más lejos
Todo es cada vez más lo mismo

No hay nada que hacer
La experiencia de la realidad se distorsiona
Quizás el mundo de los sueños sea la salida
Escapar hacia adentro
Y volver ya fuera de este torbellino
de arena movediza

Huir del apagón del cielo
Huir del silencio absoluto
donde todo es ruido

21 de enero de 2019

Fantasma

Los fantasmas -el labio se ataja contra los incisivos, las comisuras vibran-, los fantasmas son cada vez más. Son cada vez más fuertes. Me siguen, me rondan, me respiran encima. Mi cara se pone cada vez más tensa para poder mantener un semblante sociable. Me cuesta cada vez más responder a tiempo a lo que me dicen, no solamente las palabras, tardo en gesticular por esto mismo de que tenga la cara tan acalambrada -los labios se sacuden violentamente, los dientes rechinan, no escapa una lágrima-.
Necesito, necesito respirar -hondo-. Ya no sé qué fue real. De nada lo sé. No puedo ver a nadie más, siento que los traiciono con sólo devolverles la mirada. No recuerdo si alguien estuvo involucrado. Sé que no estuvieron todos involucrados, ya lo sé pero es lo que dije, no sé qué fue real. Perdí el rastro, perdí el hilo de los eventos de mi vida. No pudieron estar todos al tanto, algunos no lo estarían pero ya era yo quien no podía salirse de ese estado. Estoy seguro que en algún punto, todos escucharon algo de la historia porque si estuvieron conmigo más de dos minutos ya estaría yo delirando los reflejos de aquella tortura, los reflujos.
Agh no puedo, no puedo pensar así de algo tan hermoso. No fueron reflujos. O sí, lo fue esa emoción ponzoñosa mía ¿Cómo pude llegar a esto? Yo pensé que si lo trabajaba así podía reencausarlo, resignificarlo, salvarme. No ocurrió -el cuello latiguea-. Me perdí ya sin salvación. La distancia ¿había distancia? me mataba. Ella me miraba con su ternura tan profusa, manaba de sus ojos -la cien distiende-. Era un manantial su mirada. A cuántos miraría así ella.
Y me hablaba y sus labios eran tan dulces, su expresión toda. Cuántas veces vi mis manos en sus mejillas, mis pulgares acariciando la comisura de su boca, siguiendo la linea de su mentón y rodeando su cuello por detrás. Esa blanda carne que hay bajo las orejas, donde empieza la cabellera. Ella por esos días la usaba corta, le quedaba hermoso. Recuerdo la suavidad de su cuello ¿era suave? ¿Lo supe alguna vez? Ya no sé.
Su voz no la olvido, tan firme y medida -los ojos cerrados, las pestañas húmedas, el corazón comprimido, los labios curvados-. Hablaba eligiendo sus palabras, cada una, creo que no hacía eso entre sus amigas, hasta los artículos y los adverbios medía. En algún momento me pareció -una risa torpe, nasal, corta-, me pareció que evitaba los adverbios de modo, los que terminan en "-mente". Era algo que se le pegó de mí, hasta se le notaba que volvía sobre lo dicho porque casi usaba un adverbio de esos. O yo lo aprendí de ella -los párpados se entrecierran, la frente se frunce-. Capaz que nunca lo dijo. No, eso era algo que decía yo.
Es que me confunde, era tan parecida a mí -las narinas se abren pero el tabique se arruga, se pone blanco-. En un punto no sabía dónde terminaba yo y empezaba ella. Era tan parecida a mí. Pero nunca me vio. Sí, esa mirada suya solamente podía llegarme si me la dirigía, si me encontraba, si me buscaba y me encontraba. Yo esperaba que un día me tocara, pero sus contactos eran tan fugaces como tímidos los míos. Solamente cuando la encontraba y le saludaba con un beso, tenía yo ocasión de justificar el contacto. Posaba mi mano en su hombro, apenas traía mis dedos hacia mí solamente para sentir la resistencia de su cuerpo presente ahí, la besaba en la mejilla y trataba de estirar el tiempo con mi mente.
Extraño tantas cosas, cosas que no pasaron, cosas que no van a pasar jamás -los brazos sujetos al torso, comprimiendo el recuerdo entre las costillas-. Menos ese día. Desde entonces ya no la recuerdo. No quiero. Esa vez sentí algo caliente corriéndome por la cara y me petrifiqué. Yo no, mi expresión quiero decir, sentí la cara muy dura, me dolía de la fuerza que hacía y no me daba cuenta. Desde entonces -la risa suena entrecortada, sin aliento-, desde entonces no siento las encías. Su mirada cambió, me estaba escuchando. No recuerdo qué le decía. Tampoco quiero recordarlo -la cabeza contra el pecho-. Pero me fui, ya me fui, ya los liberé. No me voy a equivocar más.
-La expresión se relaja, perdida en el cielorraso y la espalda se apoya en el acolchado de la pared-.

>Muy bien -sonríe el doctor-. Vamos a continuar la toma de las pastillas que vienen bien, no hará falta variar en nada. Pronto continuaremos conversando, que tenga un buen día.
El interno responde afirmando insistentemente con la cabeza pero no le devuelve la mirada.
>Sigue con la misma historia -el doctor comparte su balance con el enfermero-. No da ningún detalle, no visita ningún otro momento de su vida. Cada vez es el mismo cuento con la misma pasión.
>¿Por qué insiste usted, doctor? Sabe que no podemos tenerlo más tiempo en esta habitación.
>No confío en que le haga un bien estar entre los demás internos. Yo tampoco entiendo por qué sigo intentando sacarle algo más. Cada vez que vengo es igual y mientras lo escucho, quiero que termine y largarme y darlo por hecho. Pero cuando me estoy yendo algo cambia en su mirada -el doctor se acerca a la ventanilla y lo observa-. Es como si hubiera alguien más ahí dentro.
>Por favor, doctor, empieza a sonar como él.

4 de enero de 2019

How we longed for heaven

Y yo quiero saber ¿De qué va todo esto? Si un día sí, si un día no. Tal vez la pregunta esté mal hecha. Debería dejar de preguntar por vos. A veces no hace falta, a veces todo y todes están más cerca y cada une es amigue y cada une escucha. La trampa está en que cuando te recuerdo siento esa certeza de que todo hubiera sido todavía más hermoso si estabas ahí. Dejo de sentirme dueño de todo lo que tuve, me encuentro alquilando cada experiencia y esperando que llegue la fecha y devuelva todo y solo tenga que vagabundear a ningún lado pero bien lejos. Porque no estás vos. No es tu culpa, lo sé, y es un problema mío de no saber o no querer pensarme de otra manera. Pero es que me gusto así y no me interesa lo que haya en otra forma. Tengo miedo. No sé cambiarme sin perderte. No quiero cambiar si he de perderte. Y es que hago un trabajo muy fino para que aún pueda estar cerca de vos. Mientras tanto vos seguís ocupándote de tu vida y mi presencia …mi presencia vos decís que es significativa o no me habrías buscado jamás.
Ahora mismo no estás y te vas tan fácil. Yo, yo siento que desaparezco. Yo siento mi propia presencia, no éfimera, etérea. No "es y dejará de ser", "es y no es". Un día te acordarás de mí y me vas a buscar. Barrerás los derredores y tu mente recitará mis señas. Con cada instante que tus ojos no te coincidan esas señas que tenés de mí con mi persona, cada instante de esos tu mente comenzará a dudar del registro de esas señas ¿Era alto, era mediano, era bajo? ¿Se habrá cortado el pelo? ¿Tenía algún grano? No recuerdo si su voz era tan así ¿Dónde están esas palabras que él decía? Decía… ¿Qué palabras decía? ¿Quiénes decían esas palabras? ¿Por qué granos? Me gusta el pelo corto, no mucho pero rebajado ¿Alto, quién? ¿Qué estaba haciendo? Bueno, tengo cosas que hacer.
Yo estaré viendo, lo mismo que miran los árboles, lo mismo que mira el viento, lo mismo que mira el revoque en su defecto. Yo lo estaré viendo todo para ser, estaré observando lo que sea que des porque es parte de lo que soy. Dirán que por qué no cambié para ser distinto, para no ser a través de saber de vos. Y ya lo dije pero lo vuelvo a decir. Es que podría ser cualquier cosa, podría ser un vil monstruo, podría ser un escalador del éxito, podría ser compañero de todes, podría ser un maestro, podría ser un discípulo de todas y cada una de las disciplinas. Y nunca sería tan hermoso como cuando estás vos.

2 de enero de 2019

Distorsión

El campo se extiende de un verde fluorescente ante el vagabundo. Al despertar el cielo ya se encontraba cubierto por negros nubarrones y en los horizontes no se distinguía la foresta. Pobre vagabundo, luego de ser linchado de La Capilla, intentó seguir la ruta pero los bocinazos le apartaron hasta hacerlo perderse en campo abierto. El panorama le había brindado alguna que otra distracción ya que su atención se colmaba con la sencilla contemplación de un arbusto o una línea irregular a lo lejos, con una hilera de hormigas y un ave surcando el cielo. Ahora su mente está abrumada por la fluorescencia y no hay algo en lo que fijarse que le dé cierta paz o contención.

Luego de apartarse del camino, pasó varias noches arrastrando su cuerpo a los pies nudosos de los árboles, allá donde encontrara refugio. Durmió algunas noches así hasta que el hambre le llamó a buscar algo que llevarse a la boca. Pasto, insectos, algún animal sin mucho carácter. Ahora parece que va a llover y lo presiente, presiente que podrá bañarse pero la realidad es que mucha de la mugre que le cubría fue desprendida por la tierra que le acarició en sus sueños. El aire se siente fresco, huele a agua y él sonríe. Ve una línea dibujarse en el aire y esta se marca en su retina. Una inocente risa se le dibuja en el rostro. Los ojos le duelen de tanta fluorescencia pero esta interrupción los relaja un momento.

Sus sucias manos, ya no tan grasientas como en la ciudad, bandean en el aire queriendo agarrar la fina hebra de luz que se recorta contra las nubes allá donde él fije la mirada. Entonces llega a sus oídos el rugido del relámpago, como si desde aquella inmensa distancia el cielo hubiera estado resquebrajándose y ahora se dispusiera a tragárselo. Él se encoje de terror, se aovilla y tiembla al borde de las convulsiones. Cierra con fuerza los ojos pero a través de sus párpados se entromete la fluorescencia del pasto.

Siente detrás suyo un frufrú. Mira por debajo de su brazo que le cubre la cabeza y ve unas zapatillas de jean con un blanco borde de goma que pisan el techo de incandescente verde. La mirada busca continuar por las piernas que visten ese calzado pero estas están ocultas por el volado de una larga capa de gabardina ceñida en la cintura. Su cuello está muy contorsionado para poder ver un poco más arriba y comienza el mareo. Su cuerpo se debilita y él rueda panza arriba. Se le desenfoca la mirada pero algo está claramente cubriéndoles.

La mano izquierda está echada atrás para mantener el equilibrio, la mano derecha impone la espada tomada por la empuñadura. El vagabundo dirá al recuperar la conciencia que ni la noche fue jamás tan negra que eso que era un dragón. Ella limpiará la viscosa sangre de su sobretodo de gabardina y a nadie dirá lo que eso era porque con nadie habla ella. Su principal preocupación ahora mismo es deshacerse del apestoso vagabundo que, luego de ver los despojos descuartizados de la criatura, corre débilmente detrás de su salvadora.

Más allá de la pared del desvelo

Los garabatos como llamas consumen las hojas en blanco. Las venas se ahorcan con cada frenético movimiento que persigue una idea como a fueg...