17 de enero de 2015

Alguien para caer

El sol caerá
Y no habrá quien me salve

Las palabras temblarán debiles
Y callarás

Nuestras miradas de acero
Rebanarán nuestra carne

Al saguinolento cielo
Alzaré mis plegarias

Una mano que te proteja
Otra que me salve

Por encima las estrellas traeran oscuridad
Y en tu brillo hallaré mi reflejo

Vos al resguardo de los astros
Yo aún sin luna

Llegará así la hora
De gritar sin voz la verdad

Sentiremos el tiempo caudaloso
Trazando la frontera entre uno y otro

U olvidaremos nuestros caminos
A la entrada de la cueva

En todo caso y ya del otro lado
Quién fue a quién, nadie responderá

En algún lugar igual tendrás
Quien te ampare la lágrima
Quien acune tu sonrisa

Yo guardaré cual fuere el resultado
En el cofre que guarda mi corazón
Y viéndolo preguntaré
¿Quién hubo para salvarme de mí mismo?

3 de enero de 2015

Donde quiero estar

Quiero darles la bienvenida a la fantasía. Les presentaría estos senderos terrosos delineados por altos pastos y variadas flores de intensos colores. Verían los trinos, aullidos y ronroneos, saborearían el verdor del sol entre el follaje. Oh si pudieran venir y pasear entre mis fantasías... saludarían al sol que se balancea en una hamaca paraguaya, añorarían la compañía del zorro que les corra cerca y siga de largo, agradecerían las canciones que canten las aves apoyadas en sus hombros. Ah todo eso tengo para ofrecerles si gustaran ustedes.
Solo necesito remontar el vuelo sin indicaciones que el pícaro de Peter siempre anda confundiendo. Nos alzaremos diez mil cien kilometros y nos dejaríamos caer por el túnel en es mundo que los orbita cada tarde que los encuentro en una plaza y cada noche que nos conversamos con calientes tés que se enfrían. No me preocupa el frío, al amparo de las estrellas, una carrera política sin vencedores ni vencidos, en torno al mundo de mi factura, y la calidez ya abunda.
Mi mundo extraterrestre, frondoso y cálido en medio del vacío cósmico y la indiferencia astral. Si pudieran venir, tan solo si pudieran verlo allí. Se los obsequiaría porque conozco su júbilo y sé que es bueno. Lo he trabajado tanto, lo he elaborado tanto, tanto de mí hay en él. Para que los acobije el calor de esas criaturas. Para que agarren el volante de la copa de ese árbol y atraviesen el frío vacío que separa las estrellas y dejen una estela de colores y sonidos mutantes para que habiten cada rincón del ánima de la creación.

No tengo mucha seguridad de hacerlo aún, creo. Entiendo que me aprecían, sí. Se sonríen y maravillan ante mis figuras de crayón. Se sonríen y fascinan con las cosquillas que mis versos hacen a sus orejas. Ven mi inocencia y me agradecen lo que ustedes llaman magia. Como se agradece un pase mágico de la varita, la sorpresa de un conejo cualquiera que salió del espacio imposible de un sombrero, un conejo de orejas y patas muy posibles. Con el sabor a desdén que queda a los costados de la lengua cuando se dan la vuelta y vuelven a sus tareas cotidianas.
Oh no, me hacen olvidar de mis árboles, dónde están que mis brazos no los alcanzan, qué fría húmedad abraza cruelmente mi carne y cala hasta los huesos. Por qué esta voz aguda y estridente repiquetea contra mis tímpanos, incesante, incisiva, insaciable, se me antoja vampírica, vejadora de mi piel. Qué la provoca, qué la invoca, me siento débil y tan lejos de todos. Dónde hay una mano que me sustraiga pronto de esta bruma densa de confusión. Parece que la tierra murmurara y abriera un abismo solo para mí. Parece que ese eterno abismo sin fin es mi único destino, ya sin fuerzas cuál sentido el correr.
Por qué la perdición atenaza con tanta fuerza, cuál es la insistencia que me exaspera si ahora bienvengo a mi maldito destino. El vértigo en mis tripas y la succión del vacío, del olvido, de la inexistencia, y dos presiones firmes rodeando mis antebrazos con fuerza. Tan absurdo y exasperante que la confusión está enfermando mi mente, soltame de una vez. Pero ya quién, cómo, si no he caído aún tirante de su tenaza.

La entonación, la insistencia, las palabras así no me hablaban. Por qué alguien me ha confundido, por qué no pude eludir esa imcomprensible andanada de palabras tan ajenas a mí. He visto mi fin, me he encontrado con el desesperanto extremo de la eternidad. Y sigo aquí, por gracia de esas mismas palabras solo luego de apropiarlas, ay que si no. No quiero invitar esos pensamientos ya más.
Dónde quedó mi asteroide y dónde mi cínico cruel salvador. Aquí te veo pero cómo vuelvo a creer mi fantasía si en mi conciencia late ese abismo. Con tus palabras si tal vez, por qué no me das la certeza que mi mundo siempre mío ofrecía. Que lo conocés. Imposible. No tengo opción ya, temo ahora que olvidar sea reincidir en el terror que acabo de vivir. Me ayudarás espero. Necesito hacer de nuevo el lugar que quiero. Y por qué vos, cómo llegaste a mí. Todos, quizás. Bueno, los invitaré.
Ya no seré bosque y mis invitados, faunos entre mis troncos. Ustedes harán el bosque que me arraigue y resguarde, yo seré un árbol alto y fuerte. Harán falta las criaturas de aquellas fantasías, puedo interpretar a un hada y vos harías de fauno y vos, también, podés hacer de sirena y eh vos, veni que no pueden faltar cuervos, traigan a aquellos que faltan lobos y abuelas y gatos tuertos y extraterrestres y entes.
Oh este nuevo mundo se viene grande ¡¿qué esperamos?! ¡Vamos!

Más allá de la pared del desvelo

Los garabatos como llamas consumen las hojas en blanco. Las venas se ahorcan con cada frenético movimiento que persigue una idea como a fueg...