28 de marzo de 2012

¿Cuál es?


He estado buscando una solución para mis terrores nocturnos. He visitado varios médicos, algunos doctores, pero ninguna explicación que se les pudiera ocurrir servía de nada. Recuerdo todas y cada una vívidamente. Hablo de mis pesadillas. Aún no entiendo qué fuerza me ayuda a sostener esta vida, no entiendo qué extraño aspecto en mí sostiene la esperanza de que esos terrores acabarán. Porque claramente no podría vivir si tuviera la certeza de que mis noches serán por siempre así.

25 de marzo de 2012

Una vez más esa palabra trucha: esperanza


Estoy caminando. Estoy caminando otra vez. Estoy caminando otra vez por un pasillo. Estoy perdiéndome. Estoy perdiéndome otra vez. Estoy perdiéndome otra vez al fin. El camino es la única salida. El camino lleva hacia adentro. Es la única salida. La oscuridad me abraza. La oscuridad abraza con más fuerza. La oscuridad es la salida. La lejanía de lo habido. La lejanía de mis cosas. Las cosas que eran y siguen siendo. Lo que sigue siendo lo es lejos mío. Yo entro. Entro más adentro. No hay salida. No quiero salir. Quiero escapar. Me escapo en la perdición. Estoy perdido pero me van a encontrar. Quizás esto es una carrera. Quizás estoy perdiendo. Estoy perdiendo ventaja. Estoy perdiendo ventaja porque me están alcanzando. Me alcanzan porque estoy primero. Estoy primero delante de todos. Mi camino, hacia la perdición. Me están alcanzando con luces. Me están persiguiendo con mis cosas. Me están arrinconando en la perdición. Me adelantan y cierran el paso. No hay salida. Están todos. Los quise. Ya no me quiero. No puedo escapar. Tendría que haber corrido ¿Por qué no corrí? Correr era demasiado esfuerzo. No quiero que me miren, no quiero mostrarme. Vean que no quiero ser visto. No quiero mostrarme. Me agota mostrarme, no me miren. Absorben mi energía cuando me ven. Toman de mí lo que no tengo. Toman de mí lo último que tuve. Y me lo siguen sacando. Ellos me necesitan. No quiero oír las mentiras. No quiero oír que me quieren. No quiero oír que no me necesitan ¡No quiero que me mientan! ¡Yo no mentí! Y rieron. Ríen. Están alegres. Me encontraron. Dicen que son felices. No quiero oír las mentiras. No quiero oír sus mentiras. Las de nadie. A nadie. Ya escuché demasiado. Quiero volver. Quiero volver a la delantera. Quiero estar delante de todos o detrás. Si me buscan, no me encuentren. Si no me buscan, no me hablen. Déjenme no ser. No era. No soy. No puedo ser si esperan de mí ¿Qué esperaban de mí? Quiero caminar. Me cansa que esperen de mí. Me cansa esperar que me dejen seguir.
Alguien me da la espalda. Sobre el hombro, me mira de espaldas ¿Qué? ¿Qué hacés? Un gesto con la mano ¿Por qué nadie te ve? Que nadie te vea. Mejor si no te ven ¿Me vas a llevar? ¿Por qué sonreís? ¿A mí? Llevame. Que nadie se entere. Conocés un nuevo pasillo. Es mejor. Es más amplio y es más oscuro. Pero no es igual ¿Por qué no es igual? Porque estás vos. No me molesta. Me gusta. Gracias. Me gusta. Gracias. Me gustás ¿por qué me llevás? Sí, llevame. Gracias. Sabés que todavía no sé tu nombre ¿Querés saber el mío? Tomá, te regalo ¿Uno? ¿Los dos? Sí, los dos. Anda. Te voy a esperar. Gracias. Ahora sabe mi nombre. Ahora sé su nombre. No me importan los nombres. Todo es lo mismo. Pero quiso saber mi nombre. Me dijo su nombre. Sé su nombre. No quiero su número. No lo quiero saber. No quiero saber sus horarios. No me importa que se llame así. Quiero que vuelva. Volvé. Voy a sonreír. Lo prometo. Volvé. Sonreiré. Prometí. Gracias. Gracias gracias gracias. Estoy cansado. Estoy más cansado. No importa. Voy a esperar. Aunque me canse. Te espero. Volvé. Gracias …

5 de marzo de 2012

Encuentros


No servía de nada que caminara e insistiera en caminar porque su única verdad era que caminaba en círculos. Se encerraba en esa región que vio su llegada a la existencia y quizás tuviera la oportunidad de ver su partida, si es que no era inmortal. Se encerraba en esa región igual que decir que de alguna manera era la región la que no le dejaría ir. No se llegaría a saber.
La región en cuestión era un poblado alejado de las ciudades. No dejaba de conectarse con el exterior mediante cableados y rutas pero sus límites eran muy claros. Unas pocas calles internas estaban asfaltadas y el resto eran de tierra con escombros y baches diseminados. El terreno que rodeaba la concentración de manzanas del poblado era de una tierra seca, estéril, semejante a las calles sin asfaltar.
Como dice el dicho: Pueblo chico, infierno grande. La existencia de nadie pasaba inadvertida allí dentro. Así mismo no faltaría quien se sintiera solitario, probablemente por la incomprensión.
Los trabajos del poblado eran sencillos, los estudios eran básicos. Algunos tenían miedo de salir, otros habían salido y vuelto. Pasado el terreno circundante, aún desde dentro se pueden apreciar árboles todo alrededor. Todos sabían que no estaban rodeados por un bosque. En realidad los árboles, flacos y de muy pocas hojas, se agrupaban entre pocos y a gran distancia de los otros grupos. Esto mismo los hacía algo siniestros, parecían presencias siempre alertas. Aparte de estos gigantes de madera, tenía el pueblo el terrorífico cuento de un demonio acechante.
Todos los habitantes conocían las muchas versiones de la misma historia que sólo coincidían en que la criatura era real y despiadada. Algunas versiones referían los orígenes a un humano que se hubiera convertido, otros dirían que venía directamente del infierno, alguna, que bajaba del cielo; otra, que existía desde siempre en todos lados. Cada versión atribuía las motivaciones criminales a algo distinto, según tal o cual circunstancia, nadie pudo jamás consolidar las versiones.

Más allá de la pared del desvelo

Los garabatos como llamas consumen las hojas en blanco. Las venas se ahorcan con cada frenético movimiento que persigue una idea como a fueg...