4 de febrero de 2017

Más de mí

Estoy vivo en el presente. Piso en puntas de pie los bordes de una realidad que se desmoronó. Pierdo el balance y caigo sobre quienes siempre estuvieron ahí, siento cómo mi cuerpo presiona esas manos siempre en contacto conmigo. Quise ser yo y ahora, entregado, tal vez lo esté siendo. El pasado fue una bella fantasía que me hubiera gustado poder plasmar en arte y hacerla trascender. Pero ya no es. El futuro es incierto, caótico y en él me siento un impertinente.
Es duro ver el dolor de los demás, abrir bien los ojos y encontrarlo tan cerca. Las normas que uno erigió para entender a la vida y entenderse uno mismo no son reconocidas por los demás. Entonces es crisis ver gente querida transitar y no procesar la experiencia como uno mismo cree que es provechoso procesarla. A ellos les escucho dar fe de estar resistiendo y aprendiendo. Yo no les creo y entonces me encuentro actuando igual en mis propias penas. Igual pero distinto. Igual de creído pero creído según yo.
Quisiera sentirme dueño de mis herramientas. ¿Cuántos se habrán presentado ante mí que en verdad eran dueños de sus herramientas? ¿Cuántos buscaban jactarse superficialmente de tal dominio? Busco compañía, brindo de mí cuanto creo valioso. Pero en nadie encontré la compañía que gusto y probablemente nunca brindé lo que cada uno esperaba de mí. ¿Busco agradar? Quiero que me quieran. Quiero que confirmen que esas normas que erigí son válidas. Quiero que confirmen mi existencia.
Alguna vez escribí en versos y en tantos textos tendí a iniciar cada verso con "Quiero" ¿Habla eso de mí? ¿Habla de lo que estoy escribiendo o de lo que no? No estoy inventando, estoy volcando en crudo lo que contengo. ¿Quiere alguien ver eso? ¿Puede interesar y valer algo a alguien? ¿Hay un alguien así y puede acaso adquirir la dimensión de un colectivo de individuos?
Me abstuve de escribir porque faltan ideas que escribir. Las fantasías no adquieren suficiente cuerpo para formar palabras. Pero retomaré la escritura aunque deba presentar fogonazos de pensamientos. Quiero sentir las teclas cediendo a mis dedos ágiles. Porque lo son, no me cabe duda. Y me encanta.

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