23 de octubre de 2014

Más allá de la pared del desvelo

Los garabatos como llamas consumen las hojas en blanco. Las venas se ahorcan con cada frenético movimiento que persigue una idea como a fuegos fatuos. Como fantasmas traviesos que desaparecen y ríen, los pensamientos pierden hilo. Él nunca supo dibujar y los garabatos se apilan en el lugar. No dispone de la habilidad para enmarcar el cuerpo del crimen que desangró ese charco de tinta. Necesita salvarse de la madrugada porque el sueño lo va a despertar. Dibuja trazando palabras de las que se cansaron todos de oírle pronunciar. De día su voz logra que le den vuelta la oreja y viren en otra dirección la atención. Y con razón. Él no entendió que sólo las hojas de clase tienen renglón y habla trazando la línea debajo de sus palabras. Su voz monocorde desvía la atención de su cara crispada, monstruosa cuando no reposa en el silencio de la escucha. Pero conoce esta situación de la vigilia y por eso busca a través de las madrugadas. Aunque aún se ata a su cuerpo y sus párpados lo hunden al sueño, él confía en que más allá del desvelo brillará la luz al otro lado del umbral y podrá cruzar a donde no le pesará el cuerpo y sus fantasías serán de su misma materia. Allí no hace falta dormir para flotar entre sueños.

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Más allá de la pared del desvelo

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