Estaba viendo una película. Mi hermanito, sentado entre el
gigantesco televisor y yo, volaba aviones que disparaban a supersoldados y
mutantes muy mal hechos. Estas personas de plástico no tienen ruidos muy
característicos, salvo que sus visiones de rayos sean muy potentes, pero el
avión rompía records de estridencia cuando disparaba y no daba tregua al sonido
cuando simplemente planeaba. No me impedía comprender la trama de la película
que quise aprovechar a ver el rato que mis viejos salían con mis hermanas. No
se me escapaba ningún sonido de la película pero se le sumaba el combate
librado sobre las tablas del suelo.
Le puse pausa a la película. Dediqué ese momento a decidir
si valía la pena pedirle a mi hermanito que no me rompiera más las pelotas o si
convendría abandonar esta oportunidad de ver la película ya que de todas formas
mi atención ya estaba impedida de concentrarse en la historia. Entonces me di
cuenta que el nene se había silenciado de golpe, como si le hubiera puesto
pausa a él. Lo vi que miraba la pantalla, se dio vuelta y me miró. Parecía
preguntar, preguntar...
—¿Qué pasó?
—No puedo ver la película así
—¿Así cómo?
—Sin prestar atención
—¿Por qué no prestas atención?
Porque no me dejás, estás haciendo ruido, no me dejás
escuchar, te estás moviendo adelante mío. Puede ser verdad que se haya ubicado
ahí a proposito, entendiendo que estaba en medio de mi atención. Pero no podía
acusarlo de nada porque era mi responsabilidad que yo desviara mi atención de
la película al juego suyo. Finalmente no le contesté. Apagué la tele, me
levanté del sillón, me senté a su lado y le pregunté:
—¿Qué estás haciendo acá?
—El ejercito quiere arrestar a Hulk y Iron Man y Capitán
América vienen a salvarlo
—¿Hulk necesita que le ayuden?
—No sé –encoje los hombros, mira sus juguetes y los mueve en
una mala imitación de juego.
—A ver... ¿qué tal si...? El ejercito había enviado a Iron
Man y Capitán Yanqui a detener a Hulk. Cuando llegan ven que Hulk no había hecho
nada malo, que intentaba ayudar, salvar a la gente de... –¿De qué podía ser? Le
pedí que me espere y fui a mi pieza a ver si algo me podía servir. Encontré
unas especie de cruzas entre dragón y dinosaurio que tenía de adorno y reaparecí
con ellas–. Hulk intentaba salvar a la gente del resultado de unos terribles
experimentos genéticos.
Me miró con la boca sutilmente abierta. Cuando me senté a su
lado, seguía mirándome sin mover un dedo. Agarré el avión y los dinosaurios los
dejé caídos por ahí. Iron Man y el Capitán habían desobedecido la orden del
ejercito y ahora el ejercito los perseguía a ellos además de al hombre verde.
Los heroes los tenía él y se defendía bastante bien. Después de que derribaran el
avión, el mismo me sirvió como refuerzo del caído y los dinosaurios despertaron
y volvieron al combate. Fue una batalla encarnizada hasta que llegaron mis
viejos.
—A ver si salís del medio –saludaba mi vieja pasando a mi
lado.
Mi viejo se sentó a la mesa y prendió la tele del comedor,
inundando el éter. Mi vieja volvió del dormitorio y trajino de un rincón a otro
de la casa. La menor de mis hermanas me saludó y se sentó a la compu del
living, la otra fue a su pieza. Yo en el suelo del living, sentado con las
piernas cruzadas y los dinosaurios en mi mano. Miré el DVD y los números verdes
indicando la hora y los minutos en que la película estaba detenida. Me miré en
el reflejo fastidiado de la pantalla apagada del televisor. Del otro lado del
reflejo, mi hermanito me sonreía.
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